Una de las características del mercado colombiano que ha encontrado la compañía belga de Wolf Lubricants, es la existencia de un mito firmemente arraigado en automovilistas, propietarios de vehículos y técnicos automotrices.
“Se trata de la creencia de que luego de cierto kilometraje del vehículo, se debería cambiar la especificación original del aceite por otra más viscosa”, explica el ingeniero Carlos Mora, director de Lubricación de Impocali.
El ingeniero se refiere a que es práctica generalizada que, pasados los 50.000 kilómetros, se toma la decisión de cambiar el aceite por uno más gruesito, digamos 20W50, pues se cree que a partir de ese kilometraje las partes internas el motor van perdiendo ajuste y, para compensar ese desgaste, surgió el mito de aumentar la viscosidad del aceite de motor.
Pero es completamente erróneo porque la especificación original del motor, digamos como ejemplo, 5W20, responde a una generación de lubricantes que sirve a una nueva tecnología de motores.
Esta es basada en materiales como aluminio y sus aleaciones, y diseñada con determinadas medidas de tolerancia de anillos, bombas de aceite, conductos de lubricación, guías de válvula, casquetes e incluso turbos, que ahora son comunes en motores para vehículos particulares de uso diario.
Hay un gran número de piezas internas que requieren la viscosidad recomendada para lubricarse adecuadamente, desde el encendido en frío hasta que el motor logra la temperatura óptima de funcionamiento.
El lubricante para los motores actuales debe tener características muy especiales, viscosidades muy bajas, por ejemplo, 0W20, 0W30, 5W20 o 5W30, con películas muy delgadas pero resistentes a puntos críticos de calor, donde el lubricante entra a refrigerarlos.