Tanto por actualizaciones en taller, como por aquellas ‘over-the-air’, el automóvil y sus componentes se exponen a errores o mala intención de terceros.
Un vehículo conectado es todo aquel que tiene acceso a internet o a una red celular desde donde envía y recibe datos de un servidor virtual o la nube
Estos datos pueden ser usados para telemática, es decir, seguimiento de la ubicación y estado del vehículo, así como para el monitoreo del comportamiento del conductor.
Esta conectividad adicionalmente se utiliza en sistemas de navegación y entretenimiento del vehículo.
La comunicación es implementada en redes V2X (Vehicle to Everything, o Vehículo hacia lo que sea), que identifican la interacción del vehículo con cualquier objeto en sus proximidades.
Por ejemplo, infraestructura, peatones, otros vehículos, teléfonos móviles, llaves electrónicas NFC y herramientas.
Las implementaciones tecnológicas mencionadas facilitan al usuario y empresas el manejo y gestión de sus vehículos.
Sin embargo, estas interacciones abren una brecha de seguridad a través de la cual se pueden presentar incidentes cibernéticos en los que, incluso, un vehículo puede ser usado como un arma.
Brechas de ciberseguridad
Los eventos cibernéticos pueden ser tanto malintencionados (ciberataques) como por omisión o error (incidentes cibernéticos).
Estos últimos están relacionados con errores (o bugs) en actualizaciones de software que afectan la disponibilidad de funciones del sistema electrónico del vehículo.
Además, pueden tener su raíz tanto en el fabricante del vehículo como en errores de procedimiento en un taller o centro no autorizado por el fabricante.
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