Datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial indican que hasta el 90% de los siniestros viales son evitables.
Este concepto se sustenta en la preponderancia del comportamiento humano en su ocurrencia, si bien la actitud del actor vial se ve influenciada principalmente por cuatro variables.
Primero, la percepción del riesgo y la presupuesta seguridad que brindan las habilidades que se tienen para sortearlos sin inconvenientes.
Segundo, la cultura social reflejada en el comportamiento transgresor de la normativa vial, que se normaliza por el escaso control de las autoridades debido a su finita capacidad operativa.
Esto resulta en la cuasi certeza de no recibir sanción ante la recurrente trasgresión.
Tercero, las condiciones físicas del actor vial, como su estado de salud o fatiga, las variables de género y edad.
Cuarto, las condiciones sicológicas asociadas a depresión, estrés, ansiedad y agresividad que pueden ser reforzadas por la interacción con otros actores viales o el entorno.
Y, quinto, las condiciones fisiológicas, no menos importantes y recurrentes en las cifras de siniestralidad, relacionadas con el consumo de alcohol, drogas, o medicamentos.
Estas variables son de impacto general y tienen incidencia en cualquier actor vial, sea este peatón, ciclista, motociclista o conductor.
En síntesis, podemos identificar que el comportamiento del actor vial está determinado por la habilidad e idoneidad –aspectos directamente relacionados con el saber y el saber hacer.
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